7 Razones para visitar la región de Aysen parte II





4 Por sus Parques y reservas desconocidos.

Pregúntele a cualquier coyhaiquino por la Reserva Nacional Coyhaique y, es probable, que pocos la conozcan realmente. Saben que está cerca -en rigor, a 5 kilómetros de la ciudad, por el camino a Puerto Aysén-, pero no es un panorama frecuente por aquí. Y cuando es eso justo lo que uno busca, se agradece el dato: por los senderos de esta reserva (hay caminatas de 30 minutos y hasta de siete horas) no anda prácticamente nadie, salvo uno que otro extranjero, los que siempre parecen valorar más este tipo de lugares.Con 2.150 hectáreas de superficie, esta Reserva muestra de cierto modo cómo era Coyhaique antes del gran incendio que comenzó en 1946 y terminó en 1955.

Un nefasto suceso derivado de la colonización de esta zona que arrasó con tres millones de hectáreas de bosques y es la razón de por qué en todos lados se ven troncos quemados. Lo mejor es que si uno tiene poco tiempo como para recorrerla a pie, existe un circuito para hacer en auto que pasa por varios hitos como la laguna Verde, la más bonita de todas, donde hay cinco quinchos cubiertos de madera, con fogón y mesa para hacer picnic. Hay también un sendero de 20 minutos que le da la vuelta completa, e incluso se puede pescar: las truchas saltan a la vista.El otro sitio que suele pasarse por alto es la Reserva Nacional Río Simpson, en el camino entre Coyhaique y Puerto Aysén. Tiene áreas de camping y picnic frente al río, un pequeño centro informativo, cascadas como La Virgen y el Velo de la Novia (en rigor, éstas se ven a orillas del camino: ni siquiera es necesario entrar a la reserva), y una ruta conocida como Sendero del Pescador, que puede recorrerse en una hora.

5 Por sus nuevos y bellos Hoteles.

Si bien la hotelería sigue siendo uno de los mayores déficits en la ciudad misma, hay algunas novedades que auguran un cambio. El vecino más nuevo y sofisticado  en pleno funcionamiento- es el hotel Nómades (Av. Baquedano 84; tel. 67/237 777; www.nomadeshotel.com). Ubicado a minutos del centro y con gran vista hacia el río Coyhaique y sus bosques, se trata de una casa de tres pisos convertida en hotel y con un cuidado diseño inspirado en la cultura tehuelche, con fotos históricas, tejidos y artesanías que evocan a estos pueblos nómades que se movieron entre las montañas, cuando todo esto no se llamaba “Chile” ni “Argentina”, y ni siquiera era “Patagonia”.

De hecho, una de las teorías sobre el origen del nombre Patagonia tiene que ver con los tehuelches. Hernando de Magallanes, en su viaje de descubrimiento en 1520 los habría llamado “patagones” por el gran tamaño de sus pies, una medida estimada a partir de las huellas que observaron los forasteros, y que en realidad eran la marca que dejaban los pies de los nativos cubiertos con pieles de guanaco para protegerse de las inclemencias del clima. 

El Nómades tiene seis habitaciones y es atendido por una cálida pareja de argentinos que, tras varios años de experiencia hotelera en Villa La Angostura, decidieron venirse a Coyhaique para hacerse cargo del que se define como el primer hotel boutique de lujo de la Región de Aysén. Al Nómades se suma el hotel y casino Dreams (Magallanes 131; tel. 67/264 700; www.mundodreams.com).

Cafe de Mayo
6 Por el estilo patagón

Quizás hasta que Coyhaique no mejore sus accesos, o no se llene de extranjeros o afuerinos con visión -y plata- para abrir hoteles, restaurantes y otras empresas turísticas (tal como pasó en San Pedro de Atacama o en el mismo Puerto Natales), esta ciudad y sus alrededores seguirán manteniendo una de sus características más palpables: sus habitantes se sienten profundamente patagones. Es decir: aquí mucha gente todavía adora tomar mate, andar a caballo con boina y polainas, decir “che” al final de las frases, bailar chamamé para las fiestas, y beber vino en bota cuando se asa un cordero al palo.

No son sólo escenas para recibir a los turistas. Además, la señal de celular se corta apenas uno sale de la ciudad, y para ir al mall habría que tomar un avión o partir a otra región porque aquí (todavía) no existen.Por eso, sitios que se alejan de esa línea llaman tanto la atención. El Café de Mayo  (21 de Mayo 543) y ya podría decirse que es un éxito: pasa lleno.

Y no sólo con turistas, también con locales. Manejado por la artista paisajista María Jesús Braütigam y la arquitecto española María Dolores Altamirano, tiene buen café italiano, pastelería variada, sándwiches, quiches y ensaladas, todo elaborado con productos locales. Pero además es un pequeño espacio dedicado al arte, donde se exhiben cuadros de artistas locales y afuerinos, hay una mini librería con textos relacionados con la Región y se venden productos artesanales como tejidos y mermeladas. Es algo distinto. Y por eso le está yendo bien.

Pesca con Mosca en la region de Aysen

7 Por la variedad para la Pesca

Si palabras como wader, float tube, casting, chinook o fario no le dicen nada, es probable que lo suyo no sea la pesca con mosca. No se preocupe, pero sépalo ya: si hay un Paraíso mundial del flyfishing, ése es la Región de Aysén. Hay tantos ríos, esteros, arroyos, lagos y lagunas que, por sí solos, constituyen uno de los mayores imanes que atraen extranjeros a esta zona (algunos ni siquiera se detienen en Santiago). Pero los pescadores vienen a eso, a pescar. De sol a sol.

Algunos no quieren saber de nada más: ni de restaurantes, ni de otras aventuras. De nada que desvíe su atención de las truchas y salmones por las que atraviesan varios continentes. Y por lo mismo, aquí la oferta es amplia, con una serie de exclusivos lodges -como Cinco Ríos (www.cincorios.cl) o Coyhaique River Lodge (www.coyhaiqueriverlodge.com)- que operan programas de una semana de pesca, con sistema todo incluido, que rondan los tres mil dólares por persona.

No es, por cierto, la única opción: también hay guías particulares y algunos lodges más sencillos, pero en general se trata de un mundo aparte que funciona con sus propias reglas.Ahora bien, si no pesca, le gusta manejar y tiene tiempo, considere darse una vuelta por los lagos y ríos de Coyhaique, donde seguramente verá a más de algún pescador con su caña mosquera. Una ruta posible por el día, aunque agotadora, es así: salir de Coyhaique, llegar al lago Atravesado, proseguir por el camino Seis Lagunas hacia el lago Elizalde. Luego volver hacia Villa Frei y continuar hacia los lagos Paloma y Monreal (ojo en esta parte: no hay letreros).

De allí, cruzar hacia el pueblo de El Blanco para tomar el camino hacia los lagos Polux, Frío y Castor, para regresar a Coyhaique por el camino que viene de la frontera. Es difícil que no vuelva con ninguna foto buena después de un recorrido como éste. Y si así pasara, le aseguramos que varios paisajes se le quedarán pegados en la cabeza. 















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